26 wrzesień 2021 /FP | Family News Service
“Necesitamos 35 euros al mes para mantener a un residente”, dice la misionera polaca Helena Pyz, que lleva 32 años trabajando en el Centro para Leprosos de Jeevodaya. Convertido en el zloty polaco, eso equivale a unos 150-160 zloty al mes. En Polonia, no podemos mantener a un niño durante un mes por esa suma, pero en la India es posible.
Helena Pyz, médico misionera polaca, trabaja en el Centro de Leprosos de la India desde 1989. Tras la muerte del fundador del centro, el sacerdote y médico polaco Adam Wiśniewski, decidió ir a las misiones. “«Cuando me enteré de que varios miles de personas se quedarían sin ayuda, ni siquiera pensé en dónde estaba la India, si estaba cerca o lejos. Pensé que si no había nadie más iría. Haré todo lo que pueda”, recuerda Helena Pyz. Ahora, aunque está en silla de ruedas, lleva 32 años ayudando a los leprosos.
El Centro de Jeevodaya alberga principalmente a personas que pasaron por la lepra y a sus familias. No encontrarían trabajo en ningún otro sitio, y sus hijos se quedarían sin acceso a la educación. Jeevodaya también gestiona un internado para hijos de familias afectadas por la lepra. Aquí los niños y los jóvenes reciben un apoyo integral: alojamiento, ropa, comida, medicamentos y material escolar. También hay una escuela. “No podríamos hacer todo esto sin la ayuda de nuestros donantes”, subraya la misionera, a quien los niños del centro llaman, en hindi, “Mami”, que en polaco significa simplemente “mamá”.
Todos los niños que viven en el centro están cubiertos por Adopción del Corazón. “Adopción del Corazón se ocupa de cada niño”, explica H. Pyz. “Creo que es mucho más fácil para nosotros imaginar que estamos ayudando a un niño en particular. El apoyo es principalmente espiritual y financiero. Nuestros donantes pagan una cantidad de dinero declarada para un niño, y nosotros juntamos el dinero, y lo distribuimos según las necesidades. Es muy alentador cuando vemos que niños rechazados de alguna manera o que ven a sus padres rechazados por enfermedad, tienen padres «adoptivos» y sienten que alguien se preocupa por ellos, piensa en ellos y reza por ellos”. Particulares, pero también grupos misioneros y grupos de parroquias e incluso de colegios, prestan este tipo de ayuda. A veces hay incluso dos donantes que apoyan a un solo niño.
La pandemia del COVID-19 también ha dejado su huella en la gente de Jeevodaya. “El precio del aceite, que prácticamente utilizamos para todo, ha aumentado un 100%. Otros productos, las verduras y las frutas también se han encarecido. Antes de la pandemia, 35 euros eran suficientes para mantener a una persona durante un mes. Ahora hasta contar me da miedo. Pero si las cosas se encarecen, tendremos que recortar varios gastos. Los indios, los leprosos, sabemos apretarnos el cinturón, pero desde luego no limitaremos el número de niños admitidos,” subraya la misionera polaca.
Para más información sobre cómo unirse a Adopción del Corazón, visite la página web: http://www.jeevodaya.org/en.